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Cuesta de Miranda, Aicuña y Chilecito: tres rincones riojanos imperdibles.

  • Foto del escritor: Edith Fernandez
    Edith Fernandez
  • 3 sept 2024
  • 6 Min. de lectura

La Cuesta de Miranda es uno de los pasajes más impresionantes de la provincia de La Rioja, Argentina. Este serpenteante tramo de ruta, que forma parte de la Ruta Nacional 40, ofrece una experiencia visual espectacular y desafiante tanto para los conductores como para los pasajeros, por algo fue denominada RUTA ESCÉNICA.


Mi viaje comenzó en Villa Unión, saliendo 8:30 hs para poder recorrerla con tranquilidad, descubrir cada rincón y llegar a Chilecito.

El clima en la Cuesta de Miranda es típicamente árido andino puneño, con temperaturas que pueden variar considerablemente entre el día y la noche.

La geografía de la zona y la erosión natural han esculpido formaciones rocosas únicas con predomino del color rojizo, creando un paisaje que parece sacado de otro mundo.

El Nevado de Famatina abastece de agua a la región a través de las napas subterráneas, de allí la presencia de árboles como el algarrobo, que presenta raíces de hasta 20 metros de profundidad.

En general el resto de la vegetación es muy achaparrada o cactáceas.


Pero antes de adentrarme a la parte más escarpada de la cuesta, me desvié 8 kilómetos por camino de tierra para llegar a un pueblo lleno de historia: AICUÑA.


Este pequeño pueblo, con 260 habitantes, es conocido por su encanto rural y su ambiente acogedor. Las casas y edificaciones suelen ser modestas y de una sola planta, construidas con materiales locales como adobe y piedra, lo que refleja el estilo arquitectónico tradicional de la región.

Las calles del pueblo son tranquilas y están rodeadas de espacios abiertos y áreas verdes, brindando una sensación de paz y conexión con la naturaleza. Las pircas de sus calles y corrales le dan un toque único y encantador.

El pueblo que tiene 414 años es conocido desde el pasado como un importante punto de paso, descanso y abastecimiento para los viajeros que cruzaban la Cuesta de Miranda.

La belleza natural es increíble con vistas panorámicas del Cordón de Famatina.

Los senderos cercanos ofrecen la oportunidad de realizar senderismo, explorando flora y fauna autóctona.

La comunidad de Aicuña conserva tradiciones y costumbres que se fueron trasmitiendo de generación en generación.


Dentro de esta comunidad hay historias de vida de pura superación, como es la historia de Nelly,

Nelly, madre de siete hijos y abuela de diecinueve nietos, encaró hace 14 años un emprendimiento familiar que revitalizó la vida de este pueblo, dinamizando el turismo a través de una tienda de venta de productos artesanales y un comedor en el cual se degustan las exquisiteces que producen


La zona es productora de nueces orgánicas y también hay un bodega de vinos artesanales "LOS VINOS AICUÑA" CON VARIEDADES DE MALBEC Y TORRONTES, que produce su hijo y su nuera.


Quiero tomarme un momento para expresar lo profundamente impresionada que quedé con el trabajo y manera de ser de Nelly. Su sencillez, humildad, y simpatía combinada con su dedicación y profesionalismo, realmente me cautivó.


Es admirable cómo logra realizar sus tareas con una habilidad y una atención al detalle que no solo cumplen, sino que superan las expectativas que cualquier turista puede tener.

La capacidad para mantener su humildad con una sonrisa en los labios, a pesar de sus logros, es un testimonio de vida que vale la pena divulgar como ejemplo para las nuevas generaciones.

Terminó la escuela secundaria a los 60 años y participó de la feria de ciencias en Córdoba cuyo proyecto se denominó TRAMANDO HISTORIA, cuyo objetivo fue lograr que vuelvan los telares rusticos a Aicuña.

Nelly expresó UN PUEBLO QUE PIERDE SU CULTURA ES UN PUEBLO QUE TIENDE A DESAPARECER.

Ella aspira a que los jóvenes del pueblo no migren por falta de trabajo y ya que en la escuela secundaria que se encuentra en el pueblo egresan como Bachilleres con orientacuón turística, aprovechar esa formación para impulsar el turismo la zona.


A continuación les comparto la entrevista que le realicé




Mi visita a Aicuña fue una experiencia realmente encantadora que me dejó una profunda impresión. Desde el momento en que llegué, el lugar me acogió con una calidez única, una combinación perfecta de belleza natural y una atmósfera acogedora que solo se puede encontrar en lugares tan especiales.




Conocer a Nelly fue el verdadero punto culminante de mi visita.

Su amabilidad y hospitalidad hicieron que me sintiera como en casa desde el primer instante. A través de nuestras conversaciones, Nelly no solo me mostró la riqueza cultural y la historia del lugar, sino que también compartió historias y anécdotas que hicieron que mi experiencia fuera aún más significativa.

Cada rincón de Aicuña, cada gesto amable de Nelly, y la serenidad del entorno contribuyeron a que esta visita se convirtiera en un recuerdo precioso que atesoraré siempre. Sin duda, volvería a Aicuña y a visitar a Nelly, pues el calor humano y la belleza del lugar hicieron que este paseo fuera inolvidable.



Foto: en la casa de Nelly , cactus de 100 años



Siguiendo el recorrido planificado, retomé la ruta nacional 40, para llegar a su parte más elevada 2020 metros sobre nivel del mar

Existen unos 15 km de curvas y contracurvas, muy apasionante


Dentro del trayecto hay dos importantes miradores.

En uno de ellos tuvimos el encuentro con dos zorritos, que constituyen la fauna autóctona del lugar,



Las vistas de la Cuesta de Miranda son tan impresionantes que parecen sacadas de un lienzo. Cada paisaje, con sus suaves curvas y colores vibrantes, parece haber sido cuidadosamente pintado por un artista. Los tonos cálidos sobre las montañas, las sombras que se alargan en el horizonte, y la atmósfera general crean una obra maestra natural que cautiva a quien la contempla.

La belleza de este lugar es tan perfecta y detallada que resulta difícil creer que no ha sido esbozada con pinceles y acuarelas.

La ruta 40 está en perfecto estado, toda asfaltada desde el año 2015. Dado la posibilidad de derrumbes que presenta en varios sectores de alta montaña, cuenta con grandes estructuras de cemento que protegen a quienes la transitan. Realmente, una obra de infraestructura excepcional que no sólo dinamiza la economiá regional sino que hace que el viaje sea absolutamente placentero.

Antes de llegar al valle, observamos al Río Miranda,



Descubrir el Cajón del Río Miranda puede ser una experiencia fascinante, ya que es un lugar con una belleza natural impresionante en estado puro, con sus aguas cristalinas que transcurren entre rocas multicolores,

Hay momentos en los que la naturaleza se convierte en el artista más sublime.

En un mundo saturado de estímulos creados por el hombre, hay espectáculos que solo la naturaleza puede proporcionar.

La cuesta de Miranda en su conjunto, es sin dudas uno de esos espectáculos.




Finalmente llegamos a Chilecito


Chilecito tiene una profunda conexión con la historia de la región, especialmente por su rol en la minería durante el siglo XIX. Las antiguas instalaciones mineras, ofrecen un testimonio fascinante de su pasado y son un importante punto de atracción para los visitantes.

El pueblo también conserva una arquitectura colonial que remonta a tiempos pasados, visible en sus iglesias y edificios históricos.

Chilecito es un destino popular para los amantes de la naturaleza y los aventureros.

Ofrece oportunidades para el senderismo, especialmente en áreas como el Cerro Famatina, donde los caminos de montaña proporcionan vistas panorámicas impresionantes.

Además, el pueblo es un punto de partida ideal para explorar los alrededores, como la histórica mina La Mejicana y los antiguos canales de riego.


El Cristo de Chilecito ubicado en la parte más alta del Cerro de la Cruz, ofrece una vista panorámica espectacular de la ciudad de Chilecito y de los paisajes circundantes. La posición elevada permite apreciar las montañas y valles de la región, haciendo de la visita una experiencia visualmente enriquecedora.

La estatua del Cristo de Chilecito tiene una altura de aproximadamente 16 metros y está erigida sobre un pedestal que eleva su altura total a unos 30 metros sobre el nivel del suelo. Fue realizada por la escultora local Marta Minujin.

Su tamaño y presencia la convierten en una de las figuras religiosas más destacadas de Argentina.

La estatua representa a Jesucristo con los brazos extendidos en señal de paz y bienvenida. Es un importante lugar de peregrinación para los fieles y simboliza la fe y la devoción de la comunidad local.



Cada uno de estos lugares, la Cuesta de Miranda, Aicuña y Chilecito ofrecen un capítulo distinto en la narrativa de La Rioja, pero juntos tejen una historia de belleza, cultura y descubrimiento.

Al concluir este trayecto, no solo me llevo recuerdos visuales, sino también una conexión con la esencia de esta región, una sensación de haber sido parte de algo verdaderamente especial.




 
 
 

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